El jamón es sin duda uno de esos productos por los que sacamos pecho ante el mundo, y no es para menos. Este alimento que procedente del cerdo se ha convertido en uno de los platos de la gastronomía española por bandera, un alimento de esos que siempre nos alegra el paladar encontrarnos. 

Antes de abrir el jamón, podemos fijarnos en una serie de pistas que nos asegurarán su calidad. Por ejemplo, el color del precinto:

Precinto Negro: Jamón de bellota 100% ibérico, procedente de un animal 100% ibérico.

Precinto Rojo: Jamón de bellota ibérico, procedente de animales del 75% o 50% de raza ibérica.

Precinto Verde: Jamón de cebo de campo ibérico, puede proceder de ejemplares del 100% ibéricos o 75% o 50% raza ibérica alimentados con hierbas del campo, piensos de cereales y leguminosas.

Precinto Blanco: Jamón de cebo ibérico, puede proceder de ejemplares del 100% ibéricos o 75% o 50% raza ibérica, alimentados en granjas.

Otro factor importante es la curación, que puede ser Gran Reserva, Reserva, Bodega o Baja Curación.

Pero, ¿cómo saber si un jamón es de excelente calidad si está abierto y sin precintos?

Para ser honestos, hemos de decir que, aunque todos los jamones estén buenos, no todos tienen la misma calidad. La calidad de un jamón depende de la raza del animal, de la alimentación que ha recibido y de la curación de la pieza.

La grasa del jamón cambia de color, y es un indicador clave de su calidad. Además, fíjate en el veteado del jamón y en la infiltración de la grasa en la carne, que nos darán datos importantes sobre la alimentación del animal.

La cantidad de contenido graso del jamón nos ofrece pistas sobre la alimentación del animal. Según el experto jamonero Víctor Sanchego, si cortamos una fina lámina de la grasa del jamón y nos la envolvemos en un dedo, esta cambiará su color blanco por uno transparente, adaptado al tono de nuestra piel. ¿Qué indica esto? Que la cantidad de contenido graso es alta y de calidad, lo que nos asegura un jamón excelente.